dilluns, 24 d’octubre del 2011

¿Para cuando el crédito bancario? (Eliseu Santandreu)


Existe un consenso general, aunque resulte una obviedad, que  hasta que las pymes y las familias no dispongan de crédito suficiente por parte de las entidades financieras, la crisis persistirá, no habrá  crecimiento y por consiguiente, no se creará empleo.

La cuestión es: ¿Cuándo abrirán el grifo las entidades financieras para abastecer a sus clientes con los recursos financiersos necesarios para invertir, consumir y reactivar la economía? Sin duda, esto solo se producirá en el momento en que el sistema financiero se haya recapitalizado, haya saneado sus balances y haya digerido sus saldos morosos. Entonces se restablecerán las relaciones banca-clientes pero bajo nuevos modelos, la actual relación de las entidades financieras con sus empresas clientes se encuentra bajo mínimos. Los textos sobre financiación tendran que revisarse para  incorporar  nuevas técnicas de gestión financiera. Evidentemente habrá, un antes y un después.

Los temidos mercados financieros siguen sin confiar en la solidez del Estado español y como consecuencia en  su sector financiero. Esta desconfianza genera una obsesión en las entidades financieras por captar pasivo a cualquier precio mientras los mercados internacionales, ahora cerrados, no se muestren dispuestos a prestar nuevamente dinero. Por esto, los bancos se ven abocados a  emitir obligaciones, pagarés o bonos así como a una encarnizada lucha por la captación del ahorro privado con tipos de interés muy interesantes para el ahorrador que es, el más beneficiado en esta situación.


La premisa del negocio bancario es que los fondos captados por el pasivo se deben invertir en el activo en forma de préstamos y créditos. La diferencia entre el coste del primero y la rentabilidad del segundo corresponde al margen de intermediación, márgen  que en el actual escenario no se genera debido a la  reducción de operaciones, cambios en los objetivos estratégicos y, sobre todo, por el obligado cumplimiento de las exigencias de los organismos reguladores.

El secto bancario está ahora por otras labores que la de otorgar créditos. A modo de ejemplo, algunas de ellas son: a) reestructurar sus recursos propios, b) mejorar su eficiencia para ser más competitivas, c) reducir sus pesadas estructuras de costes, herencia de tiempos mejores, d) eliminar o concentrar su excesivo  número de oficinas, e) crecer mediante la adquisición de otras entidades,  f) evitar ser absorbidas por otras entidades de mayor tamaño mediante OPA’s hostiles, de diferentes procedencias domésticas o  internacionales.

El resultado de todo ello provoca la reducción de los beneficios de los bancos y para nivelar su cuenta de explotación deben acudir a  la recurrente solución de  incrementar las comisiones.

Durante el tercer trimestre del presente año, el grifo del crédito se ha mantenido cerrado. Más del 88% de pymes tuvo problemas para obtener un préstamo y el 13,4%, es decir, más de 111.000 empresas vieron denegadas sus peticiones. Estos datos ponen de manifiesto la dificultad de supervivencia  que ha supuesto para muchas  pymes y justifica en gran medida la desaparción de  miles de ellas,  a pesar del recurrente discurso de nuestros políticos sobre la importancia y el peso de las pymes en el entorno económico

Las empresas que subsistirán a la crisis no tienen ahora más remedio que ajustar su gestión financiera, partiendo de la base de que acudir a los bancos es una aventura de resultado incierto. Paradójicamente, la agresividad que la misma banca había utilizado para hacer cautivos a sus clientes y engordar su negocio, se utiliza ahora para deshacer posiciones sin demasiadas contemplaciones. En un futuro no muy lejano el recurso bancario deberá tener una menor relevancia en la función empresarial.

En cuanto a las familias, actuarán como las empresas: gastar solo en lo que  resulte imprescindible, sobre todo si se vive de  un sueldo. Los particulares y las familias han aprendido la lección y ya no caerán en la tentación de endeudarse por encima de sus posibilidades, han comprendido que solo se pueden endeudar en la medida en que sus ingresos le permitan hacer frente al vencimiento y coste de la deuda, haciendo oidos sordos a los cantos de sirena a que nos tenían acostumbrados las entidades financieras.

Al nuevo Gobierno resultante de las elecciones del próximo 20 de noviembre, le espera una misión muy importante: lograr que los bancos vuelvan a dar crédito. Pero, a pesar de que esta promesa la oiremos en todos los mitines y se escribirá en los programas electorales, el resultado no dependerá únicamente de su voluntad política sino del devenir de los acontecimientos mundiales ya que la experiencia ha demostrado que, una cosa es el deseo y otra cosa las posibilidades reales, resultado de muchos intereses entrelazados y condicionados, especialmente entre los países de la zona Euro, a la que hoy por hoy pertenecemos.