dilluns, 16 de març del 2015

Nos toman por imbéciles. Eliseu Santandreu

 Algunos portavoces de los partidos políticos parecen ignoran el conocido aforismo: “En política se puede hacer todo menos el ridículo” Solo así se puede entender que realicen ciertas declaraciones para justificar que las cuentas de su partido están perfectamente controladas porque están auditadas.

Ante una acusación socavada u oficial de que su partido ha manejado dinero negro, los portavoces del partido sospechoso se presentan ante la opinión pública, tras un atril y rodeado de fieles de su partido luciendo una amplia sonrisa y asintiendo con la cabeza cuando su jefe afirma “NUESTRAS CUENTAS ESTÁN DEBIDAMENTE AUDITADAS” pudiendo referirse a una auditoria convencional o a un organismo oficial que audita las cuentas con años de retraso, detalle que para ellos no parece importante.


Lo que resulta destacable es el convencimiento del adalid –por desprecio o por ignorancia- de que los ciudadanos desconocen que lo único que se audita es la conocida como “Contabilidad oficial” o “Contabilidad A”, es decir, SÓLO aquella en la cual figuran los ingresos y pagos que cumplen los requisitos contables y fiscales obligados.

En cambio, los movimientos de “Dinero negro” o “Contabilidad B” no figuran, por definición, en esa contabilidad, debiendo tener mucho cuidado para no “ser pillado” Asimismo, los ingresos procedentes de fuentes de dudosa legalidad deben destinarse a gastos o inversiones inconfesables. Todo contable sabe eso, por mediocre que sea.

Para que la “Contabilidad B” no deje rastro y quede en el secreto se deben dar, entre otras las siguientes circunstancias:

a)    que su existencia sea conocida por la menor cantidad posible de personas que, además, gocen de la plena confianza de la cúpula directiva.
b)   que todos los movimientos de cobros y pagos se haga exclusivamente con dinero efectivo, sin recibos ni intervención de bancos para evitar ser detectados fácilmente.
c)    que se huya de sofisticaciones contables y de aplicaciones informáticas. Con un bloc de espiral es suficiente y, sobre todo a buen recaudo, solo conocido por las personas de mayor confianza o responsabilidad.
d)   que los movimientos de esa contabilidad no interfieran con los de la Contabilidad A, en cuyo caso resultaría fácilmente detectable.


Por consiguiente, el hecho de asegurar sin rubor que la Contabilidad de una Organización ha sido auditada afirmando así que no existe ninguna responsabilidad punitiva no exime de la existencia de una contabilidad “B”, por lo que, en el mejor de los casos, esas declaraciones tan de actualidad, producen, como mínimo, vergüenza ajena y anula toda credibilidad de quien las realizan.